Como bien dice el título de nuestro artículo de hoy, o como perfectamente podría contarnos nuestro amigo el “Cholo” Simeone, la historia de los instrumentos para contar o hacer operaciones con los números se puede asemejar al “partido a partido” que tanto ha puesto de moda el entrenador argentino del Atlético de Madrid.
Podemos decir que la calculadora más antigua que se conoce es el ábaco, que es considerado como el más antiguo instrumento de cálculo adaptado y apreciado en diversas culturas. No sabemos mucho de sus orígenes, pero si sabemos que desde épocas muy tempranas el hombre primitivo encontró materiales para idear instrumentos de conteo.
Desde los griegos, pasando por los egipcios, babilonios, el imperio romano, los chinos y hasta nuestros días, cada civilización ha adaptado el uso del ábaco a su particular forma de contar y trabajar con cantidades numéricas.
A partir del ábaco surgieron las primeras máquinas que realizaban operaciones de forma mecánica. Podemos decir que el año 1642 fue clave en el génesis de lo que hoy conocemos por calculadoras, ya que fue en esa fecha cuando el filósofo y científico francés Pascal inventó la primera calculadora mecánica, llamada “Pascalina”.
Como no podía ser de otra forma, otro de los grandes genios de la historia de la Humanidad también estuvo metido en este “jardín” de teclas y números. Hablamos, como no, de Leonardo Da Vinci, que más de cien años antes que Pascal ya desarrolló su prototipo de máquina de sumar.
A partir del siglo XVII y durante las décadas venideras las calculadoras mecánicas fueron evolucionando, hasta que alcanzaron su cenit a mediados del siglo XX. Fue en ese momento cuando entraron en escena los modelos electrónicos, mucho más rápidos y menos aparatosos que sus predecesores.
Las grandes empresas alemanas, estadounidenses y japonesas dedicadas al mundo de la electrónica comienzan a lanzar sus modelos, cada vez más avanzados y que cuentan con funciones que cada vez facilitan más el trabajo con los cálculos matemáticos en los diferentes ámbitos científicos. Estos aparatos electrónicos se acabanrán llamando calculadoras científicas.
Llegados a este punto, en la actualidad hay dos empresas punteras y que destacan por encima de otras en el desarrollo de sus modelos en estos últimos años. Los japoneses de Casio y los americanos de Hewlett Packard han conseguido que sus modernos “ábacos” se sitúen en primera línea de salida, dada su versatilidad en dos aspectos básicos en donde las matemáticas son claves. Nos referimos a la docencia de las ciencias exactas y su aplicación práctica en labores de ingeniería.
Si hablamos del ámbito educativo, nuestros amigos de Casio son los reyes indiscutibles, marcando un antes y un después en la forma de adaptar las calculadoras científicas y sus funciones al ámbito educativo y a la docencia de las Matemáticas y otras disciplinas científicas. La evolución de sus modelos ha culminado en estos últimos tiempos en la serie Classwiz, calculadoras que tratan de adecuarse al lenguaje algebraico de la forma más natural posible.
Y por supuesto, si hablamos de los cálculos que deben realizarse en cualquier ingeniería, es donde HP destaca por encima del resto. Los modelos de calculadoras científicas que han desarrollado en la empresa americana, con una cantidad de funciones en algunos casos inabordable, dejan al resto de competidores a años luz.
Si quieres conocer los modelos de calculadoras científicas más versátiles y avanzados de Casio y HP, además de revisar todas las funciones que cada una de ellas tiene disponibles, puedes echar un vistazo pinchando en nuestra querida calculadora.
Espero que nuestro artículo de hoy haya sido de tu agrado y hayas encontrado un punto de partida para elegir el “ábaco del siglo XXI” que mejor se adapta a tus necesidades.